Por: Carlos A. Jiménez Vázquez
“Pinche asalariado”… restregando en la cara de un incrédulo y confundido policía una triste realidad de millones de mexicanos, casi casi como el peor de los insultos…
Y Que por cierto, no fueron proferidos por la boca de un “carretonero” o un patán sin educación, no… salió de la “fina boca” de dos “delicadas”, lonjudas pero finas representantes del sexo femenino, de las “abnegadas, libres y muy modernas” mujeres…
Un hecho que para muchos es motivo de hilaridad y cuyas protagonistas fueron dos personajes que en su momento tuvieron sus 15 minutos de fama: La ex Big Brother, Azalia Ojeda y María Vanessa Polo Cajica, Ex Miss Puebla 2004.
Un hecho suscitado en las calles de Polanco en la Ciudad de México que refleja una triste realidad nacional…
Lo cierto, es que más allá de lo jocoso que pudiera resultar el hecho, y que hoy gracias a la internet fue conocido casi de inmediato por millones de personas, debe ser motivo de un análisis serio que refleja la decadencia franca de una sociedad que ha dejado en el olvido sus fortalezas y orgullo para dar paso al peor de los males: la corrupción y el miedo.
La tónica de estos tiempos, esta marcada por una decadencia moral, por una decadencia social, en una innegable pérdida de valores que está resquebrajando más y más a una lacerada sociedad dañando al núcleo de la misma: la familia.
En el entendido que el Medio Ambiente es “lo que nos rodea”, tristemente observamos un daño casi irreparable en diversos sentidos.
Contaminación de ríos, de mares, lagos y lagunas, devastación de bosques y selvas, contaminación del aire, contaminaci´+on de mentes y saberes….
La pérdida de los valores es una de las causas que está originando los problemas sociales que actualmente se observan en la sociedad, como las adicciones, suicidios, alcoholismo, delincuencia juvenil, entre otros.
La queja es común y frecuente. Se dice que en México se padece una pérdida de valores, que la corrupción abunda, que el libertinaje es mayor y los orígenes se pierden en la memoria colectiva, unos culpando a los otros, cuando todos en menor o mayor medida hemos sido responsables de esta decadencia.
Las nuevas generaciones, producto de una sociedad consumista, metalizada, donde la imagen se privilegia sobre el ser , donde el nucleo familiar se encuentra disuelto, madres solteras e hijos de guardería, dan como resultado “ladies y machitos” engendros sobreprotegidos, caprichudos y voluntariosos, que pasan a engrosar un circulo vicioso cada vez mas y mas grande asfixiando una moral que quizá viva sus últimos suspiros de lo que fue y no será.
Ahora los domina la indiferencia, ese sentir de desobligación en todo, incluso en si mismos. Ya su conciencia ha sido callada y sometida a los simples caprichos, impulsos, por el materialismo, por la capacidad de sometimiento del humano al mismo ser humano.
Hugo, Victor
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